Edward Pinilla
En 1952, en la isla de Koshima, al norte de Japón, un
grupo de científicos comenzó a proveer bananas a unos monos. A estos les gustaba el sabor de las batatas
crudas, pero no la arena que se pegaba a ellas cuando se las lanzaban. Una hembra de 18 meses, llamada Emo, resolvió el problema
lavando las batatas en un arroyo cercano. Después le enseñó el truco al resto de monos.
En 1958, todos los monos que habitaban la isla,
lavaban los bananos antes de comérselos. Sin embargo, al llegar al mono número
100, los científicos quedaron sorprendidos al notar que otros simios en otros
lugares distantes del islote también
aprendieron a lavar las batatas.
De acuerdo a esta investigación, que sigue siendo
una teoría en prueba, al parecer cuando un determinado número crítico de individuos, logra su conocimiento,
éste puede ser transmitido al resto de la sociedad. En este caso, la masa
crítica fue de 100.
Esta teoría podría aplicarse a la evolución que
tenemos los seres humanos, a lo largo de nuestra vida, desde la niñez, la
pubertad, la adolescencia, la edad adulta y la vejez. Muchas veces, nos
quedamos atrapados en un estado en particular, adoptando costumbres parecidas a
los de la tribu a la que pertenecemos. Adquirimos en nuestro crecimiento varios
estados de evolución de la mente.
En primer lugar, encontramos el estado Instintivo
– Reactivo. Comenzamos aquí nuestra evolución, y es cuando el bebé
empieza su aprendizaje a través del lenguaje que a él le resulta más práctico
para llamar la atención y ser atendido en sus peticiones. El niño tiene un
deseo insatisfecho, hambre, y para cesar su deseo, llora, su mamá le oye, le
pone el biberón o el seno, y el hambre termina. Esta es una fase normal en el
proceso de aprendizaje de ese infante. El problema está en que si en adelante
en su desarrollo, sus padres le siguen respondiendo a todo, este chico cuando
sea adulto podrá asumir actitudes de violencia para obtener del exterior todo
aquello que desea y no se le da. En consecuencia lo podrá tomar a la fuerza.
Un segundo estado será el Víctimazgo – Pasivo. Es
en este período cuando el menor al llegar a la edad de tres o cuatro años,
cambia de estrategia, y para pedir algo que desea decide tirarse al piso o montar
escándalos sin importar el sitio o las personas frente a las que se encuentre.
En ocasiones lloran de manera desesperada y sus padres para resolver el asunto
responden a sus peticiones dándole lo que solicitan. Aquí el chico aprende que
esta estrategia funciona y por lo tanto se debe seguir utilizando. En este
estado los niños adquieren la actitud de víctimas y en su crecimiento se
lamentan por todo, se molestan y hasta atentan contra sus vidas, al no obtener
del exterior sus deseos.
Un tercer período en la escala evolutiva es el de
Dependiente
– Diferenciador. El chico al entrar a la pubertad adquiere del exterior
el aprendizaje por medio de reglas. “Si haces la tarea, puedes salir; si ayudas
en la casa, puedes ver televisión; si mejoras en los estudios tienes estímulos,
etc”. Todo en esta etapa es transmitido
por medio de reglas. En consecuencia aprende que la vida es un ejercicio
de normas. Aquí se vuelven dependientes de otro para que le imponga sus reglas y les cuesta trabajo
hacerlo por sus propios medios. Se quejan de los demás y cuando algo no está
acorde a ellos la critican. En este período fracasar es un desastre.
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